Según The Economist Dhaka es la segunda peor ciudad del mundo para vivir, no se puede negar que la llegada a esta ciudad ha sido un choque para mí y por los comentarios me aventuro a pensar que para mis compis también, ya me imagino la cara de Miguel cuando lea esto. Ahora da la sensación de que el rumbo se encara, mañana nos vamos a conocer el trabajo con Reflect al sur de Bangladesh, empezamos a hacer cosas y vuelven las ganas de aprender.
Foto de la calle del New Market desde el alto
En cuanto a las actividades estoy planteándome muy seriamente una inmersión lingüística con la ayuda de un curso de Bangla que debo de empezar a mediados/finales de este mes, creo que es importante en un país donde realmente las personas que te encuentras por la calle no suelen hablar más de dos o tres frases en inglés.
Además, debo confesar y confieso, que nos hemos hecho socios de un club, yo por el momento suplanto identidades, pero sí, dentro de poco también caeré. Ha sido un dilema importante el formar parte de una burbuja de personas extranjeras que se reúnen entre las paredes de un club al que no pueden acceder personas de aquí, no se ajusta para nada a mi modo de vivir las ciudades, a mi idea original de involucrarme, de conocer, de… todo se esfumó ante el fuerte impacto con la realidad. Cuando te das cuenta de que no es tan fácil quedar con la gente de aquí, que normalmente viven lejos, que cuando salen de trabajar se van con sus familias, que las opciones de ocio, si las hay, son lejanas, que el idioma es otro, que las distancias son largas y que nuestra vida, antes de la llegada del club, transcurría del despacho a casa y viceversa. Igualmente sigo pensando en ello, aunque ahora tenemos un lugar de reunión con personas de fuera que están aquí normalmente como voluntarias, trabajando en ONG o con parejas que sí que lo hacen.
Y después de mi confesión y de mi justificación en público espero mi sentencia con sosiego y aplomo, dispuesta a aceptar las consecuencias de mis actos. Pero eso sólo lo veré a la vuelta de nuestro viaje…
Nos vemos dentro de cinco días con las pilas cargadas, con la mente llena de personas y de momentos para seguir compartiendo.
Foto desde un CNG